4º Domingo de Cuaresma, ciclo B

Nos vamos acercando a la Pascua y este cuarto Domingo de cuaresma tiene el tono gozoso de la antífona de entrada que dice así: ¡Laetare Jerusalén! alégrate Jerusalén. Es la alegría por la pascua que se acerca y con ella la proclamación del amor de Dios para con nosotros.

En la primera lectura contemplamos la fidelidad de Dios a pesar de la infidelidad del pueblo y como tras muchos años de prueba por el exilio se da el retorno junto a la reconstrucción del templo y de la ciudad santa, lo que supuso un antes y un después.

Esta fidelidad del Padre tiene nombre y ese nombre es Jesús: «tanto amó Dios al mundo que entregó a su hijo único para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna». El evangelista interpreta esto a través del signo de la serpiente. La serpiente que recuerda la muerte es también su antídoto. De hecho, en la civilización, en contacto con Israel, con los pueblos vecinos, la serpiente es signo de fecundidad. ¿Qué se nos quiere decir con esto? Que la elevación de Jesús en la cruz como maldito, aunque represente el culmen de la ignominia constituye también el máximo de su gloria, de forma que la elevación en la cruz y la glorificación de Cristo van juntos y en la cruz se manifiesta junto con el fracaso, en todo su esplendor el amor salvífico de Dios

Es el amor el que mueve al Padre a entregar a su unigénito, para que el hombre pase del pecado a la vida eterna. Pero este don, exige la acogida de la fe por parte del hombre. En el desierto había que mirar a la serpiente de bronce, ahora se debe mirara a Jesús, creer en Jesús, que es el enviado para la salvación y cada uno deberá optar por él, de modo que en eso consiste el juicio por parte de Dios.

¿y qué hace Jesús ?Jesus ha cambiado el veneno de la desobediencia en medicina de amor filial, que puede salvar, con solo mirarlo con fe, a todos los que han recibido el mordisco del veneno del diablo.

El es el remedio para todo mal porque se ha tragado todo el veneno de la muerte y del pecado y así ha aniquilado su veneno destructor y nos ofrece la medicina de la inmortalidad

Pablo insistirá en que nuestro Dios es rico en misericordia y que en definitiva sigue siendo fiel a su alianza

Que vivamos ya en este domingo de cuaresma, la alegría de la salvación.

  

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