
Si en el evangelio de Lucas encontramos el anuncio del ángel a María, en el Evangelio de Mateo, encontramos el anuncio a José.
En este anuncio, el ángel manifiesta a José su misión de padre del hijo nacido de María por obra del Espíritu Santo y que será el Mesías de Israel, el Salvador (significado del nombre hebreo «Jesús»). José es el que impuso efectivamente, este nombre, recibido del ángel. Cada vez que repetimos el santo nombre de Jesús, Le recordamos de alguna manera a él.
Dios interviene en la historia y he ahí el motivo de nuestra esperanza. Hoy recordando a San José, vemos que esta intervención de Dios en la historia, la realiza contando con nosotros, y con nuestra capacidad de decisión. Lo vemos en María y lo vemos en José el cual, por su justicia, esto es por su humildad, acoge las palabras del ángel y así hace posible el designio de Dios.
Esta justicia tiene que ver también con el don de la fe, pues como nos decía la segunda lectura con respecto a Abraham, éste es el que creyó en la promesa, en el plan de Dios, de ahí que se ha convertido en padre de los que creen. Y la fe de Abrahan, puesto que está ligada a la promesa de Dios, puede ser llamada también esperanza pues: «creyó contra toda esperanza». Abrahan entra así en la perspectiva de Dios que es el que da vida a los muertos y llama a la existencia a las cosas que no existen.
El creyente es el que puede convertirse en destinatario y no solo en espectador de acontecimientos que solo pueden ser atribuidos a Dios.
José es uno de esos hombres y mujeres de fe que jalonan la historia y nos acercan a Dios y hacen presente su designio de amor
Obediencia y humildad figuran en la base de la justicia de José y eso junto a la misión que Dios le confió, le colocan en la cima de la santidad cristiana junto a María su esposa.
Una vieja oración popular terminaba diciendo: «San José Maestro de la vida interior, enséñame a orar, a sufrir y a callar». Como un diamante en bruto, esta pequeña oración recoge la vivencia de San José. Pero este diamante, lo tendremos que ir puliendo hasta que nos muestre toda la belleza, verdad y bondad, que se esconden en él.