CORPUS CHRISTI

Hoy miramos la Eucaristía y al contemplarla descubrimos en ella el don que Jesucristo hace de sí mismo, mostrándonos así, el gran amor que Dios tiene por todos y cada uno de nosotros. Como toda fiesta tiene un origen, y  en este caso, se trata de la necesidad de reafirmar la fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Pero su celebración nos remonta al momento en el que Cristo estando en el cenáculo con los discípulos, instituyó la Eucaristía.

No es raro que a muchos les cueste aceptar la presencia de Cristo en la Eucaristía, pero es esa presencia viva, la que nos permite acudir a él en el presente, vivir el momento presente, como momento en el que Cristo actúa.  Y nos permite acudir a él en el presente de nuestra vida y de nuestra existencia cotidiana.

San Pablo, lo expresa también al decir aquello de: «anunciamos la muerte del Señor hasta que vuelva». Así pues, caminamos con él sabiendo que lo tenemos a nuestro lado y sostenidos por la esperanza de poderlo ver un día cara a cara en el encuentro definitivo. El propio Pablo, nos invita a no perder de vista el significado profundo de la cena del Señor, como don que se percibe y se comparte

El milagro de los panes y los peces nos recuerda que es Cristo el que por  la Eucaristía llega a todos, para que todos tengan vida . El no solo es el alimento necesario sino el origen de todo bien lo que se pone de manifiesto en la última cena al convertir el pan y el vino en su propio cuerpo y sangre para que los discípulos puedan alimentarse de él y vivir en comunión íntima y real con él. El es el que cumple la voluntad del Padre y se entrega por todos, salvándonos del pecado y de la muerte. Y una vez resucitado nos llama a seguir sus pasos en una vida nueva que no tiene fin.

El es el sumo sacerdote, pero a diferencia de los sacerdotes antiguos, lo es por su obediencia al Padre hasta la muerte y muerte de cruz.

En la Eucaristía, hacemos presente esta ofrenda total de si mismo, en la que se hace presente el amor de entrega realizado en la cruz. Todo es obra del amor, del Espíritu.

Dejemos que este mismo Espíritu de amor, nos transforme y transforme la faz de este mundo dividido y en guerra. La Eucaristía es presencia viva de Cristo en medio de este mundo, de modo que nunca nos falte su sustento, su presencia y su amor.

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