25 Domingo del T.O. Ciclo A

Dios se deja encontrar. Así nos lo muestra el profeta Isaías en la primera lectura. El perdona nuestro pecado y nos enseña a perdonar, como escuchábamos el domingo pasado y nos da la vida eterna como hemos escuchado en el Evangelio de este domingo.

Jesús en el Evangelio nos cuenta la parábola de aquel propietario de una viña que en diversas horas del día llama a los jornaleros a trabajar en su viña. Ahora bien, hay algunos que van a trabajar únicamente por el jornal, y hay otros que van a trabajar movidos por aquel que los llama a trabajar en su viña, pues han visto que es un amo distinto de los demás y que paga a todos el denario prometido. Él no quiere a nadie sin trabajo y los que van comprueban que es un honor poder trabajar en su viña y ser llamados por él.

El que solo va por el denario acordado, no puede consentir que otros, que apenas han trabajado un rato, cobre también un denario. En cambio, el que ama y conoce al amo no solo cobra el denario, sino que está contento de haber podido trabajar para tan digno amo. Es más, quiere seguir trabajando con él. La diferencia entre unos y otros es grande. Unos solo quieren el denario, otros lo que quieren es trabajar para tan digno amo, sabiendo que ese denario es la vida eterna a la que nos llama a todos, sea cual sea la hora en la que nos ha llamado.

Mateo, el que nos lo cuenta vivió esta escena, pues él era publicano y por eso era considerado pecador público, excluido de la viña del Señor. Pero todo cambia cuando Jesús pasando junto a su mesa de impuestos lo mira y le dice: «sígueme». Mateo se levantó y lo siguió, entonces, de publicano se convirtió en discípulo de Cristo, de último pasó a ser primero; gracias a esa lógica de Dios que es diversa a la del mundo como se nos decía en la primera lectura del profeta Isaías: «mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos».

también Pablo por otros derroteros, se supo llamado por el Señor a trabajar en su viña, lo que fue para él motivo de alegría, pasando por la gracia de Dios de ser perseguidor a ser Apóstol y perseguido. El, como hemos escuchado en la carta a los filipenses, desea morir para estar con Cristo, pues para el que cree, la muerte es una ganancia, un recibir el denario, un entrar en la vida eterna, pero inmediatamente añade: «si el vivir en la carne significa para mí trabajo fecundo, no sé que escoger. Y es que trabajar para tal amo, es un regalo ya en esta tierra.

Esto es lo que también a nosotros hoy nos muestra el Evangelio, que este dueño no es como los demás y que en su viña siempre vamos a encontrar el trabajo que necesitamos, tal vez con dificultades o con persecuciones, pero alegres de poder realizar un trabajo que nos dignifica y que dignifica a los demás y que consiste en creer en él y en aquel al que él ha enviado.

Que sepamos acoger la llamada del Señor a trabajar por su reino. Estemos donde estamos y seamos lo que seamos, que lo hagamos todo por el Reino y glorificando su santo Nombre.

 

Deja un comentario