Maternidad divina de María

El primero de año, viene marcado por esta fiesta de Santa María, madre de Dios, que dio carne al Hijo del Padre eterno.

En el nombre de María madre de Dios y de todos los hombres, desde el 1 de enero de 1968 se celebra en todo el mundo la jornada mundial de la paz.

La paz es un don de Dios como hemos escuchado en la primera lectura de Num 6,22-27. Es el don mesiánico por excelencia. El primer fruto de la caridad que Jesús nos ha dado es la paz, fruto de nuestra reconciliación y pacificación con Dios. Es también un valor humano que se ha de realizar en el ámbito social y político.

No podemos ceder al desaliento frente a la violencia y la guerra, por tanto, hemos de orar insistentemente para que lleguen a buen fin todos los esfuerzos para promover y construir la paz en el mundo y hacerla realidad en nuestras relaciones cotidianas.

Por María, el Hijo de Dios, pudo venir al mundo, en la plenitud de los tiempos, como nos recordaba la segunda lectura de Gal 4,4-7. Esa plenitud de los tiempos es Jesucristo, Palabra definitiva del Padre. Al empezar un nuevo año, se nos invita a considerar que el tiempo, pertenece a Dios, que Cristo es la plenitud del tiempo, y que hacia él apunta todo tiempo.

El Evangelio de Lucas 2,16-21 nos recuerda la imposición del nombre de Jesús, mientras María participa en silencio, meditando en su corazón sobre el misterio de su Hijo. Pero el acento se pone en los pastores que se volvieron alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto. Es el misterio del Verbo encarnado el que hace que la maternidad de María sea divina. María es madre de Dios en virtud de su relación con Cristo de manera que glorificando al Hijo es como se honra a la madre y honrando a la madre se glorifica al Hijo.

Ella, que dio la vida terrena al Hijo de Dios nos da a nosotros la vida divina que es Cristo mismo, el príncipe de la paz.

Que esta paz que es Cristo mismo inunde nuestra vida y haga posible un mundo nuevo en el que todos los hombres y mujeres sean respetados.

Diálogo entre generaciones; educación y trabajo como instrumentos para construir una paz verdadera, es el lema de este año. Es necesario que todo ser humano en edad de trabajar tenga la oportunidad de contribuir con su propio trabajo a la vida de la familia y de la sociedad, nos recuerda el papa.

Que María nos acompañe en este nuevo año; que obtenga para nosotros y para todo el mundo el deseado don de la paz.

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