1º domingo de Cuaresma, ciclo B

El miércoles de ceniza comenzábamos la cuaresma que nos va a preparar para celebrar la pascua.

El Evangelio de este domingo nos recuerda que Jesús se retiró al desierto para ser tentado.

También nosotros hemos entrado en el desierto de la cuaresma para afrontar juntos con él el combate contra el espíritu del mal.

El desierto nos recuerda nuestra condición humana marcada por el pecado.  Allí el pueblo de Israel experimentó la insistencia del tentador que los llevaba a perder la confianza en Dios y a volver atrás; pero al mismo tiempo gracias a Moisés, aprendieron a escuchar la voz de Dios que los invitaba a convertirse en su Pueblo santo.

La tentación es algo presente en nuestra vida y gracias a la obediencia a la Palabra de Dios, podemos superarla. La Cuaresma es el tiempo propicio para el recogimiento y la oración, para le escucha y por la penitencia poner en orden nuestra vida y llevar adelante el designio de Dios que quiere que tengamos vida y vida abundante.

La narración que hemos escuchado es concisa y el desierto puede entenderse de diferentes maneras: como estado de soledad y de abandono, como lugar de la prueba y lugar donde se experimenta la presencia de Dios. San Leon Magno dirá que: «el Señor sufrió el ataque del tentador para defendernos con su ayuda y para instruirnos con su ejemplo». Necesitamos de la paciencia y de la humildad para seguir al Señor, no fuera de él o como si no existiera, sino en él y con él, porque es la fuente de la vida verdadera.

La tentación de suprimir a Dios y de poner orden solo por nosotros mismos y en el mundo solo contando con nuestras fuerzas sin más, está siempre presente en nosotros, pero con Cristo Dios se encarna y entra en el mundo del hombre cargando con nuestro pecado, venciendo el mal y volviendo a llenar al hombre y al mundo de Dios. Por tanto, respondamos con fe a la invitación de vivir de un modo nuevo y convirtiendo cada día nuestra vida a su voluntad y orientando hacia el bien nuestras acciones y pensamientos.

El tiempo de cuaresma es el tiempo propicio para renovar y fortalecer nuestra relación con Dios a través de la oración la penitencia y la caridad fraterna.

Que lo podamos aprovechar bien.

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