Sagrada Familia, Ciclo B

El domingo siguiente a la Navidad celebramos la fiesta de la Sagrada familia. La Navidad es básicamente una fiesta familiar donde todos se reúnen con alegría y donde también aparece la dificultad, lo que impide muchas veces la comunión o la comunicación.

Pues bien, Jesus nace precisamente en un ambiente familiar. Ellos vivieron la dificultad, como toda familia, pero vivieron también con la mirada puesta en Dios y en su voluntad de encarnarse y de hacerse hombre.

Por una parte, la Sagrada familia es una familia como cualquier otra, pero en ella hay además una serie de valores que sobresalen tales como: el amor conyugal, la colaboración, el sacrificio, el abandono en la divina Providencia, la laboriosidad, la solidaridad, es decir, todo lo que hace posible el amor, la convivencia, la paz y en consecuencia lo que constituye la base de toda vida social. La familia está pues en la base de la sociedad.

Pero esta familia de Nazaret tiene una vocación especial y es la de colaborar con el plan de Dios, que pasa por el Hijo y su presencia entre nosotros. De este modo se nos indica que la familia cristiana, siendo como cualquier otra familia, hace presente al Señor que ha venido, que viene y que vendrá, recordándonos de este modo que la familia es una gracia de Dios, que hace presente su amor, un amor que vivido en familia refleja de una manera especial la gratuidad del amor que hace posible la fidelidad sin límites aun en los momentos de mayor dificultad, en una palabra, que hace posible la vida.

La familia se convierte así en lugar de encuentro con Dios o como afirma el Concilio Vaticano II en Iglesia doméstica, lugar donde no solo se vive juntos, sino también se ora juntos y de ese compartir juntos en el amor brota el Evangelio de la familia, la buena noticia que es la familia tanto para la sociedad como para el mundo en general.

Ya sabemos que hoy la familia, pasa por muchas dificultades y tiene que hacer frente a muchos problemas de todo tipo:  problemas de salud, de trabajo, de consuelo y compañía. Por eso hoy mas que nunca, la familia necesita apoyo y protección por parte de los responsables de dirigir los destinos de la sociedad.

La palabra de Dios nos presenta dos familias, Una del Antiguo testamento, formada por Abraham y Sara; y la otra del Nuevo Testamento formada por María, José y el mismo Jesús. Ambas viven la fe, en la apertura de lo humano a Dios, ya que la fe fortalece todo aquello que es plenamente humano siendo así, fuente de gozo y de alegría, pues el Señor que cuenta con el tiempo, cumple sus promesas a lo largo del tiempo. Estas dos familias, están también abiertas a la vida, acogen al hijo como don de Dios, un don que no es solo para ellos, sino para toda la humanidad, y al acogerlo, acogen al mismo Dios.

María y José nos enseñan a vivir la fe en la acogida y el amor mutuo, caminando así hacia el encuentro con Dios y en unión con él. Que vivamos con alegría el evangelio de la familia.

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